Cualquier irritación del sistema nervioso, ya sea tóxica ( infección o inflamación), mecánica ( cicatriz o traumatismo), quemadura, fármaco o emocional (estrés), puede afectar a nivel local o bien a distancia en otros lugares del cuerpo, llevando a la aparición de los síntomas, focos irritativos que desencadenan la enfermedad a través de estas conexiones nerviosas, incluso a distancia. 

El objetivo de la Terapia Neural es neutralizar esos focos mediante un impulso neural terapéutico, localizando el punto exacto irritativo y mediante la infiltración de un anestésico local,  procaína generalmente en muy bajas concentraciones, es decir, infiltrando justo en el lugar donde el sistema nervioso ha sufrido la lesión o la agresión. 

El anestésico local elimina esos bloqueos para que el organismo recupere su capacidad de regular sus funciones vitales llevándolo a un estado de orden natural. 

La piel es el órgano que, con diferencia, tiene una mayor cantidad de receptores y fibras nerviosas,  por eso será el lugar de punción más habitual.

De forma poco común pueden aparecer reacciones leves como inflamación en la zona pinchada. Posteriormente en ocasiones, hay empeoramiento de los síntomas,  que suelen desaparecer rápidamente y que se conoce como crisis curativa,  ya que a veces es necesario para el propio proceso de autocuración. 

La respuesta al tratamiento suele ser rápida y, ya incluso en la primera sesión el paciente nota mejoría. Normalmente se suelen necesitar varias sesiones para modular y desbloquear la interferencia, separadas entre sí entre 15 días y un mes, aunque depende de la evolución de cada paciente.